Dentro de los diferentes estilos y clases de material de los que disponemos para realizar el cubrimiento de una fachada, el revestimiento de piedra es uno de los que más ventajas aportan. Entre ellas un mejor aislamiento, una mayor protección de la fachada frente agentes externos y un menor mantenimiento. Pero, ¿cómo lo instalamos?.
Para empezar hay que decir que existen dos formas básicas para hacer un revestimiento de piedra, a saber, a junta abierta o a junta cerrada. En el primer caso las lajas de piedra apoyan una sobre otra, pero sin rellenar los espacios o juntas entre ellas. En el segundo caso por contra, dichas juntas suelen estar rellenas con algún tipo de mortero especial.
En realidad el procedimiento para revestir una fachada con piedra es muy sencillo y dará elegancia y personalidad a la fachada. Si ésta es nueva y por tanto mantiene el cemento usado para enfoscar, tan solo habrá que fijar las lajas a la pared usando un cemento cola especial para nuestra tarea.
Estos materiales son adhesivos y contienen una serie de aditivos especialmente diseñados para soportar el peso de la piedra, con independencia del tipo de superficie donde vaya a instalarse el canto o de su porosidad.
Para esta tarea también disponemos de dos variantes en la instalación. Una de ellas es la colocación laja a laja y la otra consiste en usar una palmeta mosaico de piedra para fachadas, que consiste en varias piezas o lajas unidas entre sí, cada una de diferente tamaño y colorido. Para elegir un tipo de piedra una opción muy interesante y decorativa es la piedra maragata.
Forma correcta del revestimiento
En primer lugar lavaremos con una hidro limpiadora a presión la superficie donde vayamos a colocar nuestra piedra natural. Esto es muy importante, ya que suele haber gran cantidad de polvo y restos de otros materiales que podrían impedir la adecuada adhesión de nuestra revestimiento.
Posteriormente, tanto en el caso de que queramos cubrir la pared entera o no, trazaremos una línea nivelada a la altura máxima siguiente:
-Dejaremos tres centímetros desde el suelo hasta nuestra primera fila de lajas o de palmeta.
-A partir de ahí mediremos la altura máxima de nuestra fila o palmeta y la multiplicamos por dos.
-Sumaremos estas dos filas a los tres centímetros. A esta altura y con un atizador de obra, trazaremos una línea horizontal. Y así obtendremos a qué altura se encuentra el patrón de colocación.
Posteriormente usaremos una llana dentada para enlucir nuestro muro, apretando con fuerza media y de manera uniforme sobre la misma, superando la línea que dibujamos por encima.
A ambos lados, superior e inferior, de la línea que trazamos, colocaremos nuestra primera línea de piedra justo en el centro, tanto si es piedra a piedra como si es un mosaico.
Golpearemos la piedra con un mazo de madera o goma para que se adhiera con mayor profundidad sobre la capa de mortero que hemos usado. En algunas piezas deberemos retirar el exceso de mortero que quede en las juntas de las lajas.
Si hemos de salvar una puerta, ventana, o cualquier otro elemento, y también para colocar la última fila más cercana al suelo, cortaremos la piedra en línea recta con un esmeril angular y usaremos un disco para corte de piedra. Esto nos permitirá perfilar nuestras lajas sobre la línea recta de la ventana o puerta sin que queden espacios irregulares.
Tras 48 horas, y en caso de que optemos por la instalación a junta cerrada, rellenaremos las juntas entre piedras con un fraguado especial de goma anti hongos y que no produce fisuras. Ya solo nos quedará decorar a gusto el entorno.
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